Self-experience of life. Sharing ideas, likes, lies, comments, fantasies, nightmares, fights. Bridge to something else. Bilingual spot

Saturday, February 19, 2005

Posesiones

18/02/2005 9.07 pm

Mis posesiones:

Es mi gusto por leer. Es mi pasión por aprender. Es mi amor por las letras. Son mis escritos amateurs. Es mi problema de concentración. Es mi odio por la literatura romántica. Son mis palabras dichas al viento. Es mi amor secreto por la montaña. Es mi fracaso como tenista. Son mis ojos empañados y frágiles. Es mi promedio de notas. Es mi amor por lo británico. Es mi carrera universitaria. Es mi indecisión existencial. Es mi cabeza rapada. Son mis dientes imperfectos. Es mi problema de sobrepeso y alimentación. Es mi viaje a la Luna. Es mi miedo a perder. Es mi pérdida. Es mi primer contacto sexual. Son mis besos. Es mi dilema terrenal. Es mi odio hacia mi padre. Es mi amor por mi hermana. Es mi lobo nocturno. Es mi interés por los vampiros. Son mis cuentos hechos realidad. Es mi verdad. Es mi entierro prematuro. Son mis libros de Stephen King. Es mi poder de convencimiento. Es mi sentido del (des)humor. Son mis gritos a medianoche. Es mi planta de laurel. Es mi gota de sudor. Son mis deudas conmigo. Es mi Gäb. Es mi dinero en el banco. Son mis zapatos Adidas y mis gorras de béisbol. Es mi colección de Coldplay. Son mis canciones inéditas. Es mi computadora. Es mi cuaderno de escribir. Es mi flor marchita. Son mis hombros descubiertos. Es mi sangre fluyendo. Son mis lentes de pasta. Es mi diccionario Oxford. Es mi familia. Son mis amigos. Es mi habitación desordenada. Es mi odio por Venezuela. Es mi conformismo con el amor. Es mi sufrimiento. Son mis baúles de recuerdos. Es mi manzana de Adán. Es mi cuerpo en la noche. Es mi viento en mi rostro. Es mi romance con Nietzsche y con Gibran. Es mi alineación izquierdista. Es mi pasividad. Son mis ansias de superación. Es mi no-felicidad. Son mi águila y mi serpiente. Es mi luz. Son mis manos de pianista. Es mi boca. Son mis oídos desvirgados. Es mi caricatura. Son mis Simpsons. Es mi llanto llamando tu nombre. Es mi afán de conocer la verdad. Es mi envidia hacia la gente. Es mi tetero de hipocresía. Son mis máscaras de vida. Es mi traje nuevo. Es mi camino sinuoso. Son mis jodidos gustos. Es mi soledad acompañada. Es mi cáliz de metal. Es mi crucifijo profano. Son mis insectos revoloteantes. Es mi sotana roja. Son mis hojas verdes. Es mi laguna de sentimientos. Son mis bríos eventuales. Es mi cielo estrellado. Es mi cielo oscuro. Son mis pies cansados. Es mi nieve derretida. Es mi caja de cigarrillos mal fumados. Son mis pantalones rotos. Es mi bolso con mis libros dentro. Es mi CD de soupes. Es mi Mg. Son mis gatos ciegos. Es mi tormenta de arena. Es mi risa infantil. Son mis guitarras imaginarias. Es mi inglés británico, o pretendido británico. Es mi teléfono móvil. Son mis uñas cortas. Es mi sonrisa encendida. Es mi reflejo en la ventana del vecino. Es mi neblina envolvente. Son mis párpados soñolientos. Es mi locura. Es mi mar abierto. Es mi madre. Son mis brazos. Es mi fuerza desconocida. Es mi cobardía acallada. Es mi hambre. Es mi pecado. Son mis amantes diurnas. Son mis pulmones. Es mi decisión. Son mis paredes blancas. Es mi oscuridad. Son mis reinos. Es mi pradera verde bañada por la luz del sol. Es mi fotografía en tu bolsillo. Es mi memoria traicionera. Es mi mentira. Es mi puerta de madera. Es mi pipa. Son mis lágrimas secas. Es mi abrazo. Son mis toses. Es mi ciénaga fangosa. Es mi Cynthia. Son mis hierros oxidados. Es mi deporte favorito. Son mis galaxias inexploradas. Son mis dudas estúpidas. Es mi homofobia. Es mi abuela con su pesebre. Son mis instrumentos meteorológicos falsos. Es mi avión hacia la felicidad. Es mi melancolía cuando llueve. Es mi lluvia. Son mis suelos fértiles. Es mi universidad. Son mis granos de polvo. Es mi arena. Es mi sal. Es mi selva virgen. Es mi película de comedia. Son mis teatros al aire libre. Son mis dinosaurios extintos. Es mi bebida. Es mi pez navegando hacia la orilla. Son mis burbujas de agua. Es mi voz de tenor. Son mis creaciones artísticas. Es mi blog, mi jodido blog. Es mi rodilla lesionada. Son mis mesas para comer. Es mi automóvil. Son mis triunfos. Es mi meta. Son mis dificultades. Es mi falta de carácter. Son mis fantasías sexuales. Es mi bufanda negra. Es mi color negro. Es mi piel pálida. Son mis cejas gruesas. Es mi alimento. Son mis debilidades. Es mi virtud. Son mis viajes. Es mi álbum de memorias. Es mi aire de Buenos Aires guardado en una caja de plástico. Son mis llamas apagadas. Es mi atentado terrorista. Es mi aliento. Son mis vasos de cristal. Es mi lámpara mágica. Es mi corazón latiendo. Son mis sueños. Es mi esperanza. Es mi desvelo. Son mis logros. Es mi alma desnuda. Es mi vida.

Soy rico.

Forget

(I don’t remember exactly when I wrote this, very likely about a week after braking up with Mg)

Do you remember what the first word I ever spoke to you was? I bet you don’t. It was “12.30” (you asked me for the time)

Do you remember how many cigarettes you smoked in the 30 minutes that took us to fall in love? I bet you don’t. You smoked four entire cigarettes. I didn’t smoke a single cigarette, because I didn’t want you to see that my hands were shaking.

Do you remember when the first time I called you on the phone was? I bet you don’t. It was on November 18th, 2003, about 15 hours after our first kiss. I did it because I needed to hear your voice to make sure I hadn’t dreamed what had happened the day before.

Do you remember what the first thing I ever gave you as a gift was? I bet you don’t. It was a silver Zippo lighter, the one you wanted for Christmas, only that I gave it to you the first days of December.

Do you remember the colour of the first flower I gave you? I bet you don’t. Yellow. A small yellow one with brown spots on its petals. You were listening to Coldplay’s ‘Parachutes’ in my discman and kissed me about twenty-five times when I gave you the flower.

Do you remember why our first argument was about? I bet you don’t. Chocolate. I told you I didn’t like white chocolate, something you couldn’t understand. You told me I was crazy.

Do you remember when the first time I said “I love you” was? I bet you don’t. It was after the accident you had on the bus. You were sitting on a bench in the square, crying. I told you that you couldn’t possibly get hurt anyhow because I loved you. You didn’t say a word in the next 10 minutes and I thought I had screwed it up.

Do you remember the first film we watched together? I bet you don’t. Signs, with Mel Gibson. We watched it at home, eating chips and totally naked. You screamed a lot, I laughed at lot.

Do you remember the first time you saw me crying? I bet you don’t. It was a week before Christmas. I was crying because my dad and I had had one of our arguments and I’d told him I hated him for the first time in my life. You took me to my favourite restaurant and made me eat a whole tuna sandwich.

Do you remember the first complete night we spent together? I bet you don’t. The one in the hotel next to the film theatre. We made love seven times that night and two more in the morning. A record for both of us.

Do you remember the first song I ever sang to you? I bet you don’t. It was Someday, from Nickelback. After I sang it, you were crying so I started to sing I will survive with woman-like manners. Kinda gay. Ha

Do you remember the first time you saw me drunk? I bet you don’t. It was the day we were celebrating 2 months together. I was singing out loud and they kicked us out of the pub because we were both seventeen. We went to your place and drank a complete bottle of rum with Coca-Cola. You didn’t go to bed till I called you to say I had got home OK (I don’t remember that call, though)

How many things! How many memories, how many words, how FUCKING many kisses, how many lies. I’ve seen how easily you forget. I hate myself for not being able to do the same.

Saturday, February 12, 2005

Beyond Sexual Atraction

La profesora que nos dio Latín este semestre es una tipa de unos 30 años sumamente atractiva. Tiene la piel de un color miel perfecto, ni claro ni oscuro. Sus ojos verdes siempre te miran como si te leyeran la mente. En su cuerpo están perfectamente distribuidas las masas, las curvas, las líneas. Y todo lo corona su forma de vestir, siempre negro y siempre mostrando sólo lo suficiente para que te pases el resto del día teniendo fantasías acerca de llevarla a un sitio apartado para Dios sabe qué cosa. Tiene tatuada en su cuerpo muchas veces una serpiente pequeña, que se mueve por toda su humanidad: en la mano izquierda está totalmente enrollada, en su hombro se desliza más suelta, luego su espalda, su seno derecho, su pantorrilla. En todos esos sitios la misma serpiente misteriosa. Uno se ve obligado a soñar con las que no se ven normalmente… Toda una femme fatale
Es curioso el efecto que tienen las mujeres mayores atractivas sobre los hombres de mi edad. La clase parece literalmente una jauría que quisiera devorarla todo el tiempo. Es incluso cómico observar cómo van a preguntarle cosas incluso cuando todo es muy obvio, sólo para acercarse hasta donde está. La mitad del salón daría cualquier cosa por llevarla a la cama y ella simplemente nos enseña las declinaciones del idioma. Pero creo que ninguno se ha puesto a pensar en algo que me llama poderosamente la atención acerca de ella, a parte de su atractivo físico: Su actitud. No parece gustarle enseñar y sin embargo lo hace muy bien, pues es fácil comprenderla. Cada vez que entra al salón, su cara parece decirnos: “si doy un día más de clases, me deprimiré tanto que podría pensar en el suicidio” Su mirada es TRISTE. E incluso cuando ríe (fenómeno muy extraño) su risa es como vacía, como de mentira. Un día vi en el Departamento de Publicaciones un poemario con su nombre. Se llama “Pobremas (pienso que es una mezcla entre pobre y poemas) de Prostíbulo” Lo hojeé por curiosidad y sus versos daban el mismo mensaje que sus ojos en nuestra clase: una tristeza profunda. Me hace pensar en esas personas que pasaron por una situación extremadamente traumática en su infancia y nunca logran superarlo. Podría ser su caso perfectamente.
Me gustaría tener la oportunidad de hablar con ella algún día y la fuerza de voluntad suficiente para no cortejarla al hacerlo…De verdad quisiera poder compartir algunas ideas, porque luce como una de las personas que están fuera del común. Claro, que también me gustaría acostarme con ella…

Lost Self-View

11/02/2005. 11:02 pm

Cada vez que trato de sentarme a pensar sobre mi vida, algo parece distraerme de mi tarea y termino pensando en la vida de otros. Cuando intento concentrarme en encontrar las razones de mi no-plena felicidad, termino atribuyendo a otros responsabilidades que son mías por naturaleza, me pierdo interminablemente en el círculo nocivo que consiste en culpar a los demás de mis propias angustias. Pierdo el verdadero rumbo de mi reflexión y eso me desconcierta en buena medida. Por mencionar algunas culpas que he atribuido a otras personas:

- Mi papá tiene la culpa de que yo no lo ame y no tenga con él la relación que debería tener: Sus ausencias constantes, sus estúpidos prejuicios, su mediocridad, su crítica a mis decisiones sólo porque no se parecen a las suyas, su deseo interminable de que le siga por el camino del estancamiento. Todo, todo es culpa de ÉL. Pero, ¿lo es? Sé que tengo parte de la responsabilidad, sólo que siempre estoy muy ocupado como para aceptarlo. Y mientras yo no haga nada por enmendar mi actitud al respecto, no creo poder esperar demasiadas mejoras en la situación. Es sólo que no tengo la menor idea de lo que debo hacer para cambiar en alguna forma lo que pienso de él. Sinceramente a la luz de mi lente él no es más que un mediocre, porque básicamente, piensa mediocremente y no planifica. Su vida es nocivamente espontánea y carente de seguridad sobre el futuro y eso es algo que yo jamás aplicaría en mi vida (aquí está en error???). Al menos no crecí pensando así. No crecí con él, no crecí como él. Y si es difícil que yo, luego de 19 años, cambie ese aspecto de mi personalidad, ¿qué decir de él, con 46? Pero también he descubierto que mejorar mi relación con Navarro no es algo que me quite el sueño, no sé si es sano que me sienta así, tal vez más adelante en mi vida me arrepienta de haber perdido este tiempo para resolver mis problemas con él, pero siento que es como tratar de conocer a un desconocido que no tienen ningún punto en común conmigo, es incluso aburrido intentar descubrirle.

- Mg tiene la culpa de que mi vida sentimental se encuentre en un status poco menos que estable en los actuales momentos: Por su egoísmo, su inconformidad, su traición, sus mentiras sobre amarme, etc. No me puedo concentrar en pensar qué hice mal yo. Se supone que nada, se supone que le di todo de mí porque la amé con todo mi ser. ¿quería ella eso? ¿quería un tipo que se entregara completamente como yo lo hice? La respuesta parece hasta obvia: no, pues de lo contrario no habría pasado nada de lo que pasó y estaríamos juntos. Es más que probable que honestamente ella nunca haya querido hacerme daño, sólo que sí lo hizo. Pero, ¿qué hice yo? La dejé llevarse buena parte de mis más profundas emociones y ver que no le bastaban para estar bien. Creo firmemente que no debí hacerlo, al menos no tan totalmente, no tan rápidamente. No dejé espacio para el futuro, porque ya le había dado todo lo que podía dar. Yo mismo maté mi potencial, al mostrarle todo lo que soy y aún, todo lo que puedo ser. Por eso me jodió tanto todo, por eso caí hondo. El potencial es lo único que se tiene siempre y si se gasta todo de un solo golpe, entonces ¿qué se lleva para más tarde? Fantasmas de potencial, fantasmas de emociones, fantasmas de cosas. Supongo que no debería volverme a pasar, claro, eso suponiendo también que encuentre alguien con la misma cantidad de coincidencias conmigo que ella. Difícil, pero no imposible.

- Este país, su gobierno y la mentalidad de se gente tienen la culpa de que yo no pueda surgir a nivel individual y destacarme haciendo lo que quiero: Hay trabas de todos tipos: económicas, sociales, políticas, morales. El nivel mental y reflexivo de la mayoría de los venezolanos es pobre y eso hace que nadie aprecie lo que pienso y lo que hago. El sistema económico, o mejor dicho, la estropeada economía venezolana no permite que yo tenga un nivel de vida suficientemente cómodo como para desenvolverme en otro ambiente, uno más parecido a mis gustos y mis orientaciones. Ajá, perfectas reflexiones. Primera objeción: ¿poseo realmente un nivel distinto al de los demás venezolanos? ¿debo destacarme? ¿por qué estoy tan seguro que nadie entiende lo que hago, lo que pienso, lo que digo? Tal vez soy exactamente igual a cualquier otro ciudadano perteneciente a mi nivel social y sólo sueño que soy diferente. Tal vez imagino que estoy a otro nivel cuando en realidad estoy perfectamente encarrilado en el lugar y el camino adecuados para mi potencial. Considerándolo de esta manera, no tendría ninguna justificación para querer irme a ningún otro sitio, pues no haría más que sentirme más fuera de lugar que nunca.
Esos son sólo tres casos, y francamente ya me estoy aburriendo de pensar en los demás. Quiero saber a ciencia cierta cuánto hay de verdad y de seguridad en mis tan mencionados propósitos. Quiero encontrar la verdadera razón por la cual estoy haciendo lo que hago. Quiero saber si es verdad que soy capaz de destacarme teniendo todas las condiciones a mi favor. Quiero saber cuántas veces he rechazado la oportunidad de comprender la mente de mi papá, o mejor, de aceptarla. Quiero saber si fue tonto e ingenuo de mi parte enamorarme de Mg. Es sólo que me cuesta demasiado fijar los ojos en la imagen que veo en el espejo todos los días; se me dificulta apartar todo y a todos los demás y enfocarme en lo que tengo en realidad…Será que tengo miedo de descubrir lo que soy? Very likely.

Extraña Energía

29/01/2004 11:32 pm

Tengo la cada vez más fuerte teoría de que hay una armonía extraña que reina en los grupos de cuatro personas. Y de que ésta se hace más fuerte aún si el grupo está formado por dos personas de cada sexo. Esta tarde, salí temprano de un curso de redacción que tomo los sábados. Y allí estaba, rumbo a irme a casa, cuando me interceptó una compañera que también había salido temprano, Arlette, una de las personas más amables que he conocido. A pesar de que nos la llevamos muy bien, jamás había tenido la oportunidad de sostener una conversación profunda con ella, más allá de los naturales tópicos universitarios. Con ella venía su inseparable amiga María Alejandra, una chica que anda por los semestres avanzados de mi carrera, y que siempre me pareció de esas personas que cagan más arriba del culo, que se creen más que los demás. Arlette me preguntó que qué tenía pensado hacer, a lo que respondí con la verdad: nada. En eso se incorporó a la conversación otro sujeto llamado Franklin, de quien siempre he tenido la sospecha de que es homosexual. Sus gestos amanerados y su mirada fija me desconciertan la mayoría de las veces y a veces incluso llegan a molestarme (creo que soy un homofóbico en potencia). Encendí un cigarrillo y de repente, por uno de esos impulsos que uno no se puede explicar de dónde surgen, sugerí a mis tres compañeros de curso irnos a tomar algo. Hacía mucho calor y no fue difícil convencerlos, aunque inmediatamente me sorprendía a mí mismo pensando en que jamás, en otro contexto, bajo otras circunstancias, se me habría ocurrido salir a tomarme algo con esas tres personas, tal vez con Arlette sí, pero ni hablar de Franklin y menos con la creída de María Alejandra. En fin, eso no pareció importar mucho, puesto que nos pusimos en marcha hacia el sitio donde vendiesen algo para el calor más cercano. Tuvimos que caminar un largo trecho, pero al fin llegamos a un sitio, que por cierto no queda lejos de mi casa. Una vez allí me extraño la naturalidad con que surgió la primera conversación, nos reímos un poco del nivel del curso de redacción, quizá demasiado fácil, y comentamos la cercanía de la finalización del semestre. Noté que todos compartían esa sensación de estar extrañamente a gusto charlando con otros tres individuos que hasta ese momento eran poco más que desconocidos. Pedimos una ronda de cervezas y comenzamos a hablar un poco cada uno. Y, para mi completa sorpresa, lo que cada uno de mis compañeros dijo tenía interesantes puntos de coincidencia con mis propias opiniones, cosa que jamás hubiera imaginado. Hablamos de muchas cosas en poco más de dos horas, y a medida que el tiempo transcurría y las cervezas surtían efecto en nosotros, la conversación se fue tornando más espontánea e interesante. En algún punto, Franklin sacó de su mochila “El Loco” de Gibrán, por cierto un gran libro. Nos leyó algunos pasajes excelentes (debes haberlo leído). También María Alejandra resultó una persona interesante, y compartimos experiencias acerca de viajar a otros países y permanecer un tiempo conociendo la cultura foránea. Ella y yo coincidimos en muchas opiniones acerca de los países del tercer mundo y lo que les falta para “modernizarse”. La main idea es que es un problema de conciencia cultural, allí está el detalle fundamental. Lo cierto es que a medida que pasaban los minutos una idea se seguía agolpando en mi mente y no me dejaba tranquilo: ¿En cuántas ocasiones no nos limitamos a conocer sólo lo que está frente a nuestros ojos? ¿Con cuánta frecuencia nos preguntamos acerca de lo que no podemos ver a simple vista? Allí estaba yo, con cuatro personas ajenas a mi cotidianidad y por alguna razón me sentía mucho más a gusto que cuando me relaciono con la gente a la que veo y con la que converso todos los días. ¿A qué se debe esto? Me pareció que durante nuestra conversación se manejaba algún tipo de “fluido” que vagaba entre los cuatro. Creo que el haber surgido de manera espontánea dotó a la experiencia de una particularidad especial, pero sobre todo, ese círculo extraño, esa energía compartida y pasada de uno a otro, las ideas fluyeron solas y terminamos hablando de temas como el sexo o la política, temas que generalmente son propios de conversaciones con los más íntimos. Ja, hasta de sexo, mejor dicho, de experiencias sexuales. Tal vez el alcohol ayudó a lubricar las ideas y a desinhibirnos un poco, pero dudo que hay sido el factor determinante, puesto que no bebimos en grandes cantidades. Pero definitivamente fue un hecho curioso, fue una sensación extraña, pero sumamente agradable. Terminamos todos invitándonos a repetir la experiencia, aunque dudo que de hacerlo, vuelva a surgir esa química de hoy. Es más, ni siquiera creo que nuestras relaciones en la facultad cambien demasiado, seguiremos desenvolviéndonos cada uno en su círculo, con la diferencia de que conocemos un poco de nosotros. Es lamentable darme cuenta de que quizá me estoy perdiendo la oportunidad de cultivar una buena amistad con gente como ésta, lo cual me lleva a pensar que debería dejar tantos prejuicios y relacionarme de una manera más activa con ellos tres, más aún luego del precedente sentado hoy. A fin de cuentas, la rutina que domina mi vida no me está dejando mucho, así que por qué no intentarlo, qué puedo perder? ¿Quién sabe? Quizá descubra que personas más afines a mis modos de pensar se encuentran más cerca de lo que habría pensado, es sólo que nadie hace nada por relacionarse con ese tipo de gente. Es todo por ahora.

Poem X

A veces te defino como la palabra impronunciable que se atora en mi garganta. El rezo eterno que muere antes de nacer. Eres la decisión irrevocable, la situación inevitable y el dolor inevitado, el dolor a propósito, el sufrimiento dulce, la alegría amarga…

A veces te defino como el suspiro imperceptible que se ahoga para siempre. La fuerza indetenible, el huracán incontrolable. La brisa inalterable, el fuego inapagable. Eres la savia que corre por mis vegetales venas cuando mis raíces son las tuyas y tu tallo es el mío…

A veces te defino como el frío congelante, la locura persistente, el amor imposible, la molestia inexistente. Eres el aroma que brota de los campos en las tardes lluviosas. Eres las nubes que cubren a las montañas, presurosas, cuando el ocaso parece llevarse los últimos vestigios de mis anteriores vidas…

A veces te defino como la gota que cae, lentamente, en la laguna gris de mi esperanza. El ruido inaguantable, el silencio deprimente. El brillo opaco de la luna, el golpe apagado y silente. Eres la flor inútil que crece, la razón perdida que no aparece, la incertidumbre enorme que no perece…
Pero la mayoría de las veces, no puedo definirte…Sólo eres… y por ser, me dueles.

Wednesday, February 02, 2005

Razones perdidas

Una cosa que amo de la ciudad en la que vivo:

La forma en que las montañas se visten de neblina por las mañanas, cuando el sol no ha salido del todo, y por las tardes, cuando está a punto de ocultarse. Parecen cubrirse de un algodón espeso. Las contemplo por minutos y minutos y me pregunto cómo será vivir allí arriba. Trato todos los días de no perderme el espectáculo en el que la colina se aburre de su desnudez y decide taparse de los ojos de la ciudad que palpita en su valle, en su seno. Es como una danza entre ella y yo, entre ella y todos. A veces hasta la imagino danzando con soltura entre un nube y otra. Es magnífico.

A veces bajo a tomar aire fresco y me siento afortunado de estar aquí y no en otro lugar cualquiera del mundo. Ni siquiera en London. Me siento extrañamente autóctono, pero como en secereto, no quiero que nadie lo sepa. Queda entre la montaña y yo. Y es genial guardar tus secretos en una montaña...